miércoles, 30 de abril de 2014

Jazz actual: preguntas sin responder (por Manuel Recio)

Hace cien años, por estas fechas en las que se conmemora el Día Internacional del Jazz, en Nueva Orleans cientos de músicos estaban haciendo la maleta para salir de la ciudad y buscarse la vida en el norte o en la costa oeste. Era lo que tocaba. Nueva Orleans vio nacer el jazz pero no había —¡qué paradoja!— locales suficientes para tocar. Tampoco poseía una industria discográfica fuerte. Allí la música servía para divertirse, en Chicago o Nueva York era un negocio. ¿El jazz debe ser un negocio?

Ahora no sabría decir si la situación está mejor o peor. Confieso que mi interés por el jazz actual es escaso, lo cual no implica que lo que se haga sea de mala calidad o eso de cualquier tiempo pasado fue mejor. No, no van por ahí los tiros. De hecho, los conciertos a los que voy —menos de los deseados— nunca me han defraudado. Pero no me encandila. Posiblemente tengamos los mejores y más dotados músicos de jazz que jamás ha habido, las escuelas de jazz más completas, el público más educado y receptivo, una oferta más amplia y variada. ¿Por qué no consigue engancharme el jazz contemporáneo a mí, que en teoría soy público objetivo?

Existe, desde mi modesto punto de vista, una especie de crisis de identidad en el jazz. Ha perdido el fervor popular, el pulso, la conexión con el gran público. Se ha intelectualizado, sí. Esa horrenda palabra para muchos (para mí también) que en ocasiones marca una distancia letal entre el músico y la audiencia. ¿Esa distancia es insalvable?

Como dice mi buen amigo Carlos Pérez Cruz —que desde su Club de Jazz lleva más de diez años difundiendo jazz contemporáneo y músicas improvisadas afines—  escuchar jazz exige de un esfuerzo y una implicación por parte del oyente. Cierta paciencia y militancia añadiría yo. ¿Qué oyente está dispuesto hoy en día a regalar sus preciados minutos de existencia a un fin tan exigente?

Lo sé, son muchas preguntas y la mayoría no tienen respuesta. Esta reflexión no va contra nada ni contra nadie. Mucho mejor que yo, lo plantea Ted Gioia, un maestro, en su libro Historia del Jazz: “¿Es el mundo del jazz el que no va bien o sólo nuestra perspectiva? ¿Debemos exigir una revolución permanente? ¿Es válida nuestra arraigada expectativa de que la música debe ser siempre progresista, siempre mirando hacia delante, siempre haciendo cosas nuevas? ¿No es suficiente con que la música sea buena? Si lo músicos jóvenes se contentan con trabajar dentro del marco de los estilos anteriores, ¿por qué escucharlos a ellos y no a Armstrong, Parker, Ellington y demás? ¿Por qué escuchar al imitador, cuando el original está —gracias al milagro de la tecnología discográfica— casi igual de accesible?

No quisiera dejar un regusto amargo, ni mucho menos. Tal vez mirando hacia atrás, en el pasado, encontremos las respuestas del futuro. O tal vez no. Preguntas sin responder…


Si hace un año el día del jazz nos sirvió como excusa para publicar varios artículos en este blog y en El Club de Jazz, esta vez es Manu Recio, autor del blog La música es mi amante, quien ha tenido a bien cederme estas líneas para publicarlas aquí. ¡Gracias!

miércoles, 23 de abril de 2014

Recomendación día del libro 2014: Las culturas musicales. Lecturas de etnomusicología (VV.AA.)

Aunque ya tiene unos años, esta obra es una excelente opción para iniciarse sin demasiadas dificultadas en la etnomusicología. Ligado a la Sociedad Española de Etnomusicología, Las culturas musicales es una recopilación de textos de diversos autores, sobre todo estadounidenses, que incluye un primer bloque temático con una introducción a los fundamentos teóricos de la disciplina, que nos adentra en conceptos y enfoques; un segundo dedicado al análisis del lenguaje musical, quizá el apartado más técnico; y un tercero enfocado en la música como cultura, en el que encontramos textos de autores tan relevantes como Alan Lomax o Simon Frith.

Para cualquiera que se dedique a esto del periodismo musical acercarse, aunque sea someramente, a la etnomusicología no hará más que enriquecer su trabajo. La inclusión en la cualquier reseña o artículo del contexto cultural e histórico en el que se inserta la música y los músicos no es tan habitual como debería (aunque afortunadamente hay blogs como La música es mi amante que sí lo hacen) y muchos lectores agradecerían encontrar un enfoque y una información que vaya más allá del mero análisis musical. Obviamente, sin entrar en cuestiones más ligadas al mundo académico y sin usar su lenguaje, puesto que no es el ámbito ni el oficio del periodista musical. Y Las culturas musicales puede ser una buena forma de aprender los fundamentos básicos de esta disciplina.

lunes, 14 de abril de 2014

Temazos: Tom Waits - I Don't Wanna Grow Up

Hubieron de pasar cinco años para que Tom Waits volviera a grabar un nuevo trabajo después de Frank's Wild Years. Frente a la cuidada y variada instrumentación de aquel, Bone Machine planteaba un sonido mucho más rudo y áspero junto con unas letras que se alejaban de las historias amargas de callejones y perdedores para adentrarse en terrenos más aterradores y sombríos. I Don't Wanna Grow Up sin embargo conjuga un tono más alegre que el resto del disco con una letra agria, pero liberadora. El videoclip está dirigido por Jim Jarmush, con quien el señor Waits había trabajado años antes en la película Down By Law.