lunes, 29 de abril de 2013

Día Internacional del jazz 2013

Con motivo de la celebración el 30 de abril de 2013 del Día Internacional del Jazz, Carlos Pérez Cruz, Manuel Recio y un servidor proponemos nuestra visión sobre diferentes aspectos del jazz en España en un ejercicio de reflexión compartido, divergente y complementario. 

     
    Todos los textos han sido publicados también en el Club de Jazz.

    La percepción social del jazz en España

    Con motivo de la celebración el 30 de abril de 2013 del Día Internacional del Jazz, promovido por la UNESCO, tres compañeros proponemos nuestra visión sobre diferentes aspectos del jazz en España en un ejercicio de reflexión compartido, divergente y complementario. El siguiente texto es mi aportación.


     La percepción social del jazz en España


    Desde sus comienzos, a principios del siglo XX, el jazz ha sido entendido y percibido de muy diversas formas. El término fue tomando con los años la forma de un enorme paraguas bajo el que se cobijaban una gran cantidad de subgéneros con grandes diferencias entre ellos, aunque siempre con algunos denominadores comunes, como el swing, refiriéndose a esa sensación visceral que surge en los músicos y que llega al público, aunque los más conocidos son la improvisación y el gran nivel técnico de sus músicos.

    Si desde sus orígenes hasta prácticamente la década de los 50 el jazz había sido una música popular, aunque ya había tenido sus coqueteos con la música académica, en aquellos años aparecieron una serie de trabajos que dieron un vuelco importante al género y que el free jazz o el movimiento Third Stream de los 60 llevaron mucho más lejos. Así, el jazz adquirió un prestigio mucho mayor que el que tenía hasta entonces en los músicos y compositores de formación clásica, alejándolo al mismo tiempo de una gran parte de la población. Curiosamente además, en un momento en el que el género estuvo más cerca que nunca de la nueva conciencia social que la población negra había adquirido.

    A partir de entonces una gran parte de la sociedad empieza a ver el jazz como música culta, casi equiparable a la música clásica. Esa percepción, ayudada por la creciente institucionalización y el apoyo académico al género, ha fructificado en los últimos cuarenta años hasta tal punto que el género es visto habitualmente como parte o relacionado íntimamente con la alta cultura. De hecho, los primeros acercamientos al jazz en nuestro país vinieron de una parte importante de escritores adscritos a la vanguardia, como Ramón Gómez de la Serna, quien ya dedicó algunos escritos y reflexiones al jazz mientras que la prensa y los periodistas musicales apenas le dedicaban unas líneas. La cuestión puede llevarnos incluso más allá, porque la propia distinción entre una alta cultura y una cultura popular nos lleva a un tipo de discurso elitista y minoritario, que acaba reproduciendo y fortaleciendo las relaciones de poder históricas entre las élites y el pueblo.

    Las causas de esta percepción que gran parte de la sociedad tiene del jazz son múltiples y variadas, pero aún más importante debe ser qué podemos hacer para cambiarla. Y ahí quienes nos dedicamos a escribir de música podemos jugar un papel importante si conseguimos expulsar el tono arrogante de los textos, el halo de superioridad del que se rodea el crítico musical, las comparaciones vacías y nos dedicamos a hacer divulgación, dejando de lado un tono academicista que no nos corresponde y que acentúa esa imagen de música culta del jazz.

    Porque el público es inteligente, pero no necesariamente tiene por qué ser especializado, y desde la prensa musical debemos recuperar una cierta vocación pedagógica para conseguir transmitir y divulgar ese componente de rebeldía y libertad del jazz, que ningún otro género posee. Una libertad que toma forma musical mediante la improvisación que puede ser apreciada y disfrutada por cualquier tipo de oyente, porque como dijo Duke Ellington: “si la interpretación no tiene swing, la música no significa nada”.

    Todos los textos han sido publicados también en El Club de Jazz.

    Reflexiones sobre el jazz en España, por Manuel Recio

    Con motivo de la celebración el 30 de abril de 2013 del Día Internacional del Jazz, promovido por la UNESCO, tres compañeros proponemos nuestra visión sobre diferentes aspectos del jazz en España en un ejercicio de reflexión compartido, divergente y complementario. El siguiente texto es de Manuel Recio, músico, periodista y autor del blog La música es mi amante.


    Reflexiones sobre el jazz en España 

     

    Para situarnos, yo en todo caso quisiera hablar como aficionado y oído curioso, nunca de experto de nada. Estas son mis observaciones, desde mi modesta visión de oyente, investigador y asistente a conciertos. 

    El jazz siempre ha estado en crisis 

    En mi opinión no creo que el jazz se encuentre en un momento peor que el que está atravesando la cultura en general. Me explico. Diría que nunca es que haya estado muy bien, como me comentó en una ocasión Montse, dueña de la única tienda de discos de jazz que hay en Madrid. Quizá en los 80-90, en la época de apogeo de los grandes festivales, pero desde luego en los últimos años parece estar en un período de standby. ¿El jazz recibe pocas ayudas y escaso apoyo institucional? Puede, pero no creo que sea muy diferente a otros estilos como el blues, el funky o la música negra en general. 

    En ocasiones me da la sensación de que las administraciones los instrumentalizan para sus propios fines. Buena muestra de ello es el Festival de Jazz de Madrid, donde se ha retirado el caché a los músicos, se les ha obligado a ir a taquilla y a encargarse de la promo. Ya se denunció en su momento, no creo que haya que profundizar más. El jazz en España, el verdadero jazz de los clubs, siempre ha crecido al amparo de la filantropía de empresarios aficionados que han luchado contra viento y marea por mantener una escena musical decente. Esto ocurre principalmente en Madrid y sobre todo en Barcelona que cuenta una sólida oferta. Aunque también hay reductos en Valencia y el norte de España, pero como no los conozco prefiero no opinar. 

    ¿Jazz envejecido? 

    Me llama mucho la atención la media de edad del público que acude a los conciertos de jazz. De 40 años para arriba suele ser la tónica habitual. Esto no es una encuesta sociológica rigurosa, ni lo pretende, es simplemente fruto de mis sensaciones como público. En la mayoría de los casos me veo como el menor de todos los asistentes. 

    ¿Está el público jazz envejeciendo? ¿No interesa a los jóvenes? Tal vez. Sorprende este fenómeno que por otro lado depende de múltiples factores, algunos extramusicales. Es curioso que las escuelas de música moderna (véase la Creativa de Madrid) tienen múltiples intérpretes pero luego a esos músicos jóvenes no se les ve prodigarse por conciertos, más allá de las jams de sus colegas. Esto es algo que he comentado con más colegas de los círculos jazzísticos. 

    Por otro lado había que preguntarse si los propios músicos consolidados contribuyen en algo comprando discos y asistiendo a conciertos. No estoy seguro de si quiero saber la respuesta. 

    Una escena musical viva 

    Aunque siento predilección por el jazz clásico debido a las investigaciones para el blog, sí que hay numerosos grupos y músicos actuales que me están sorprendiendo mucho. Hablo de Madrid que es donde me muevo. Una de mis favoritas es la vocalista Verónica Ferreiro que practica una suerte de jazz fusión muy destacable. Hay otras muchas bandas que están haciendo cosas interesantes. Yo personalmente sigo a algunas de clásico (O Sister!), gypsy, big bands (adoro la de Bob Sands) o más dixie (la histórica Canal Street Band). Hay muchísimas y de variados estilos, con lo que me lleva a pensar que a nivel creativo no se aprecia una crisis importante del jazz en España. Luego están históricos como Baldo Martínez, Jorge Pardo u otros que siguen con un nivel aceptable de actividad. 

    En lo que se refiere a clubs, hay bastantes que, a pesar de todo, se esfuerzan por ofrecer programación en directo a diario. En Madrid, si quieres, puedes ir a un concierto de jazz todos los días de la semana. Hay oferta, variedad y supongo que público. Desde luego ir un fin de semana al “Populart” o al “Café Central” implica tener que pelearse por encontrar sitio. Y eso es buena señal. Pero aparte de los clásicos hay otros muchos clubs más modestos (El Plaza es uno de mis predilectos) que programan jazz habitualmente. Creo que hay que destacar esto. 

    Lugares comunes y estereotipos en prensa 

    Tal vez por mi condición de periodista en este apartado sea más crítico. El jazz en prensa general se limita a Obituarios, informaciones de artistas extranjeros que vienen de gira y cuestiones más amarillistas relacionadas con músicos reconocidos. El jazz actual apenas tiene sitio. Una pena. Otra cosa negativa que observo es el tratamiento. Se suele caer en lugares comunes y tópicos donde apenas se profundiza en las noticias y hay poco afán explicativo o didáctico por hacer que el lector se interese por las noticias de jazz. Parece un tipo de noticias estereotipadas…No creo que sea un problema de falta de plumas periodísticas brillantes o especializadas. Las hay y de nivel. Pero parece que no siempre tienen sitio en prensa general. En cierto modo es una falta de respeto al lector exigente, aunque también es cierto que el lector de prensa general suele quedarse más en el titular y no demanda contenidos más en profundidad. Por lo menos es mi sensación. 

    En prensa especializada afortunadamente hay más variedad y sobre todo más seriedad. Ahora que parece que la histórica Cuadernos de Jazz, sin duda la referencia en España sobre literatura y periodismo de jazz, retoma poco a poco el pulso, existen además multitud de revistas, magazines y blogs que dan al jazz un tratamiento más profundo y riguroso. Puede que no lleguen al gran público pero hacen una labor encomiable. Más allá de revistas culturales más generales (Jot Down, iWrite Magazine, Musicópolis…) que dan cabida al blues y el jazz, hay muchos portales de jazz específicos que ofrecen una información muy interesante. Algunas de mis favoritas son Jazzitis Web por el tratamiento profundo de los contenidos o Zona de Jazz por su mezcla de jazz actual y clásico El problema es que visibilidad es escasa. Realizan un trabajo notorio pero están muy enfocadas a fans no al público en general. Aunque esto no tiene que ser malo. Yo soy de los que piensa que la prensa especializada –si esta es de calidad– supone un valor añadido al panorama periodístico actual. 

    En radio tenemos algunos oasis en Radio 3 como el maestro Cifu y su A todo jazz o los hermanos Pizarro con sus Melodías Pizarras. En televisión, el jazz, como la música, brillan por su ausencia. Los escasos minutos que pudieran dedicarse se relegan a horas intempestivas. Parece que los programadores se empeñan en que nadie lo vea. No digo que vayan a poner el concierto del Festival de Jazz de San Sebastián en prime time, pero entre eso y programarlo a las 3 de la madrugada hay una sustancial diferencia. 

    En resumen, los medios (sobre todo la prensa general) debería hacer un esfuerzo divulgativo por acercar las noticias de jazz al gran público y convertir los contenidos en algo más atractivo. Para mí esto es lo más importante.

    Todos los textos han sido publicados también en El Club de Jazz.

    El jazz con mil palabras, por Carlos Pérez Cruz

    Con motivo de la celebración el 30 de abril de 2013 del Día Internacional del Jazz, promovido por la UNESCO, tres compañeros proponemos nuestra visión sobre diferentes aspectos del jazz en España en un ejercicio de reflexión compartido, divergente y complementario. El siguiente texto es de Carlos Pérez Cruz, músico y periodista /Director del programa Club de Jazz y colaborador de Carne Cruda 2.0, Radio Vitoria y las revistas Cuadernos de Jazz y El Asombrario.


    El jazz con mil palabras (método español de recorte jazzístico)

     

    España tiene un déficit jazzístico equivalente al democrático. La dictadura de Franco retrasó la llegada de (una cierta) modernidad hasta finales de los setenta, cuando en la Europa civilizada Mayo del 68 era ya un vago recuerdo. Aquí también tuvimos Mayo, pero del 2011. 

    En España, el jazz se vive con un delay descomunal. Para que se hagan una idea: hoy estamos descubriendo a los Beatles. ¿Exagerado? Si en los tiempos de la dictadura sólo unos pocos afortunados podían salir al mundo y descubrir América a cada rato, hoy el común descubre esa América de la época del telégrafo. Es bueno preservar e indagar en la memoria del pasado; no tanto no tener presente o ignorarlo. 

    Nada de malo hay en vivir en 2013, tener veintitantos años y flipar con Lee Morgan o Freddie Hubbard. Pero lo flipante de veras es que el confesor de sus flipes -trompetista, para más señas- reconozca que no tiene ni idea de quiénes son Dave Douglas o Peter Evans y sí, claro, Wynton Marsalis. Definitorio. Vivimos con medio siglo (o más) de retraso y Nixon es nuestro guía. Todavía no ha llegado el “Waterjazz” a España. 

    Llegó el jazz a los conservatorios y las aulas acogieron a músicos que, en algunos casos, no sabían muy bien por qué ni para qué estaban ahí. Algunos pensaron que la incapacidad técnica los validaba para el jazz y, por desgracia, algunos tribunales les confirmaron la sospecha. El caso era obtener un título y ahora el sistema parecía abrazarlos a todos, aunque fuera para justificar la existencia de un Superior en la comunidad. Para el profesorado se contó con lo que había (y había de todo, claro), y alguno hasta descubrió que Charles Lloyd seguía vivo y en activo. E incluso, que existía el jazz más allá de la big band de Count Basie. La buena noticia es que ahora salen titulados. También que a algunos catedráticos les escoció el swing en el aulario. El templo, profanado. 

    La afición encontró en internet un espacio para encontrarse, tan solitarios y raros que eran antes en sus pueblos y ciudades de residencia. Ahora comparten online a Coleman Hawkins, Duke Ellington o charlan de Bill Evans. Se relacionan en grupos virtuales y hacen sonar lo mismo que ‘Cifu’ en sus programas de radio. No es raro, la rueda de sintonización del receptor gira y no encuentra más. “Su definición del jazz es más estrecha de lo que parece”, escribía Diego Manrique sobre el veterano divulgador del jazz. No, Diego: es lo que parece. Hace mucho que es lo que parece y que se le parecen. El jazz del que se habla o pincha en los medios, en este hoy digital, suena con el crepitar de las palomitas del vinilo. 

    Se habla, se discute con pasión. España es un país en permanente debate dialéctico e inacción secular (menos cuando nos liamos a hostias y guerras). ¿Dónde está la tan docta y exigente afición cuando se “arriesga” en la programación? ¿Dónde están los músicos en formación –que, por ejemplo, en Barcelona son cientos- cuando tocan los maestros? Es verdad, no me acordaba: el músico vive encerrado en su mundo creativo y no puede infectarlo. Conviene resguardarlo en la endogamia de las propias ideas (geniales). 

    ¡Ah, los festivales! Esas citas anuales que concitan la atención de miles, de aquellos que, cual osos pirenaicos, hibernan y despiertan al calor del reclamo de una cerveza en vaso de plástico y música cool para beberla. Los festivales son como el método de ‘el inglés con mil palabras’, que deja el lenguaje tan recortado como Europa los derechos ciudadanos. Si el método de idiomas alecciona Tarzanes en potencia, la programación de éstos parece confeccionada por el método de instrucción y recorte de la Merkel. No hay nada mejor que lo que ellos programan y The Rest is Noise. Su definición del jazz es más estrecha de lo que parece, que diría Manrique, y su presupuesto, una burbuja inflada con aire público. Aunque decirlo en este país puede tener consecuencias de veto informativo por no regalarles el oído con pleitesía genuflexa. Y es que el crítico “profesional”, si juega a publicista, puede alcanzar en esos días estatus de Sir (lo siento, no conozco Madame alguna en el gremio) para regresar después al de mendigo. Que no habría músico en este país dispuesto a tocar una nota por lo que (no) cobra un crítico. Eso sí, mientras sirva a la causa del dossier, será un fenómeno. Si su valoración no es digna de su (inviolable) estatura artística, será vilipendiado. Y así se forjará con esmero esa amistad-odio entre músico y crítico que en España es tan rica en descréditos como mísera en relevancia. Porque, ¿a quién importan sus desafueros pudiendo escuchar este verano a Miles? Alguien lo traerá, ¿no?

    Todos los textos han sido publicados también en El Club de Jazz.

    A Band Called Death

    Como ya comentaba en otra entrada, vivimos un momento especialmente prolífico de los documentales musicales. En la línea de Searching For Sugar Man, tenemos a las puertas el lanzamiento de otro documental enfocado esta vez en el descubrimiento de una banda de punk de principios de los 70 formada por tres hermanos afroamericanos. Hasta el 73 los hermanos Hackney parece ser que se habían dedicado sobre todo al funk y al soul, pero en torno a aquella fecha decidieron dar un giro a su música tomando como referencia MC5, The Stooges o Alice Cooper. Al poco consiguieron grabar una maqueta, titulada For the Whole World to See, que hace unos años fue editada por el sello Drag City y, si aquella edición ya les supuso un cierto renacimiento, probablemente con este documental su fama se vea incrementada.

    jueves, 25 de abril de 2013

    Repasando la discografía de...

    Quienes os acerquéis más o menos habitualmente a Musicópolis os habréis topando a veces con monográficos sobre las discografías de diversas bandas y músicos. Este tipo de textos te exige estar varios días -o semanas- escuchando los discos del músico que vas a tratar, lo que siempre supone una profunda inmersión sin la cual sería complicado poner un poco de perspectiva en su carrera. No es fácil, especialmente cuando te enfrentas a alguien con una discografía tan extensa como por ejemplo la de Tom Waits, pero el trabajo también te permite profundizar en la obra del músico y reflexionar en torno a su evolución, porque después hay que contarlo. Y lo cierto es que se disfruta, así que aprovecho para recopilar aquí los monográficos que he elaborado hasta la fecha:












    martes, 23 de abril de 2013

    Recomendación día del libro 2013: Camino a la libertad, de Manuel López Poy

    Editado en 2009, Camino a libertad nos plantea un relato de la historia del blues desde sus orígenes hasta la actualidad. A través de las letras de muchas de las composiciones más emblemáticas del género, López Poy desgrana la vida cotidiana de la población negra en las plantaciones de esclavos, durante los años de segregación racial, la migración que se produjo en los años 30 del campo a la ciudad o la relación del género con el movimiento de lucha por los derechos civiles. El libro descubrirá a muchos un buen número de músicos, pero también proporciona una trama indispensable para entender y comprender una parte importante de la historia de los Estados Unidos en relación con el primer género musical surgido en aquellas tierras.

    El gran acierto de la obra es el enfoque, el viaje que nos plantea sobre el blues a través de la historia de sus gentes, sus músicos, las letras y los diferentes contextos históricos que les tocó vivir, porque no es posible entender el género sin conocer esa historia y los condicionantes bajo los que se formó y creció. El blues se nos muestra aquí como una creación necesaria para expresar toda la intensidad, los padecimientos y las preocupaciones de una población acallada que no tuvo más remedio que inventar un nuevo medio de expresión. 

    viernes, 19 de abril de 2013

    Black Sabbath - God Is Dead?

    Ya tenemos adelanto del próximo y esperado disco de Black Sabbath, en el que la figura de Nietzsche en la portada ya nos da una pista para ubicar el título del tema. Cierto es que suenan mucho mejor de lo que muchos esperaban, pero también lo es que la ausencia de Bill Ward va a marcar este trabajo. God Is Dead? tiene unos minutos finales interesantes, con un riff que recuerda a ciertos momentos de Iommi en Sabbath Bloody Sabbath, el señor Butler está enorme, como siempre, y Ozzy hace lo que puede, que ya es bastante a estas alturas de su carrera, aunque se agradecería un tratamiento de la voz más natural y menos procesado.

    miércoles, 17 de abril de 2013

    Temazos: Tom Waits - Hoist That Rag

    Real Gone era el disco que necesitaba el señor Waits después del más que probable agotador trabajo que hizo en Alice y Blood Money. Dejando de lado su habitual piano, se enfrascó en la grabación de horas y horas de ritmos y sonidos creados con su propia voz mediante gruñidos, bufidos y cualquier cosa que saliera de su ronca garganta. Hoist That Rag es uno de esos temas memorables en los que todo parece cuadrar de forma magistral: desde el personal sonido afrolatino que Marc Ribot despliega hasta la ruda y áspera interpretación de Waits




    - Monográfico Repasando la discografía de… Tom Waits en Musicópolis

    viernes, 12 de abril de 2013

    The King Of One String

    Desde hace unos años esta moda inaugurada por Metallica con aquel Some Kind Of Monster de hacer películas documentales sobre músicos nos está dejando unas cuantas referencias más que interesantes: The Soty Of Anvil, Lemmy, Rush: Beyond The Lighted Stage, The Devil And Daniel Johnston, Last Days Here o el más reciente Searching For Sugar Man, por mencionar sólo unos pocos.

    Pues bien, parece que el siguiente título en dar la campanada será este The King Of One String, realizado por el mismo equipo que hizo Rise Up y que cuenta la historia del peculiar Andrew Chin "Brushy", un jamaicano que toca con una sola cuerda y que es hijo del más conocido -hasta ahora- Freddie McKay. Aunque se quedó huérfano pronto, su madre también sabía bastante de esto, porque había trabajado en los coros de muchos músicos, Tina Turner entre otros, así que el muchacho se crió en un entorno en el que era complicado no acabar haciendo música. 

    Lo cierto, y a tenor de los vídeos que hay por ahí, es que la clave de Brushy parece ser su voz y su enorme capacidad de explotar las posibilidades rítmicas y armónicas de su instrumento, con una técnica similar a la que usa Raul Midon y otros, aunque con la no poca diferencia del uso de una sola cuerda, claro. El disco no debe tardar mucho en editarse, así que estaremos atentos...


    jueves, 11 de abril de 2013

    Sobre Wilco, Radiohead y los hábitos musicales de los universitarios

    Recientemente El País se hacía eco sobre un estudio sobre hábitos musicales en los universitarios de la Universidad de La Rioja con el siguiente titular: ¿Wilco quién? Resulta que ese estudio, entre cuyas conclusiones encontramos a Melendi, Estopa, Rihanna, David Guetta o Coldplay entre los más conocidos y en el que "el 72% aseguró desconocer por completo a Wilco, el 52% a Radiohead y el 49% a Depeche Mode", fue realizado entre poco más de 600 estudiantes y en apenas tres meses y además "es extrapolable a la juventud española en general porque casi todos acceden a la música a través de los mismos canales". Sin tener mucha idea de estadística, me atrevería a poner en cuestión esta última afirmación, sobre todo si tenemos en cuenta que según el INE el número total de alumnos matriculados en alguna universidad española en 2011 fue de 1.455.885.

    Si consultamos la lista de los discos más vendidos en el pasado año 2012 según Promusicae encontramos a Bruce Springsteen, Leonard Cohen o Els Amics de les Art; y si miramos los conciertos del pasado 2012 vemos cómo Wilco tuvo cinco fechas en nuestro país, mientras que David Guetta tan sólo tuvo un par de ellas, en el Rock In Río Madrid y en el Benicassim. Si en aquella actuación en Rock In Río hubo más de 60.000 personas con un cartel que incluía más de 10 artistas, resulta que Radiohead metía más de 40.000 en el pasado BBK, también con un cartel de más 10 de bandas. No parece una diferencia tan grande como para que más de la mitad de los universitarios no conozcan Radiohead, ¿no? 

    Ahora mismo uno de los discos más vendidos en nuestro país es el nuevo de Depeche Mode, que además está gozando de una enorme campaña de publicidad. No parecen tan lejanos Radiohead o Depeche Mode de Coldplay o Rihanna y todos parecen jugar en la misma liga. Si echamos un vistazo detallado al mencionado estudio (página 21) encontramos también otros músicos entre los más conocidos que en la noticia han preferido dejar de lado, como los Beatles, los Rolling Stones, Bob Marley, Bob Dylan, Led Zeppelin, AC/DC, The Who, The Doors o Metallica, entre otros. Sinceramente, si el desconocimiento de un músico por los universitarios pudiera ser motivo de preocupación creo que sería más preocupante que no conocieran a estos últimos que a Wilco. Personalmente, y ya que el estudio habla de la música así en general, echo de menos la inclusión de compositores clásicos o de jazz, porque seguramente también encontraríamos un buen número de estudiantes que conocen a Mozart, Beethoven o Louis Armstrong.

    Otro aspecto curioso del estudio es el apartado que analiza el "grado de coherencia en la elección de grupos como favoritos", llegando incluso a afirmar que "el 22,7% no presentó ninguna coherencia, ya que las tres opciones eran diferentes en cuanto a su estilo". Pues no me quiero ni imaginar que dirían de aquellos que escuchan jazz y death, o música contemporánea y soul, por poner algún ejemplo. No son pocos los que tienen en su estantería discos de diversos géneros y épocas y por la misma regla tampoco debería ser coherente leer algo de Michio Kaku, una novela de Philip Roth y un Astérix, ¿no?

    Por otra parte, resulta que también "hay una clara falta de inquietud en ir mas allá" y "aunque Internet es el soporte principal de escucha, al final solo lo usan para escuchar la misma música que emiten las radiofórmulas". Aunque esta afirmación pueda contener algo de razón, lo cierto es que desde hace años no dejan de nacer y crecer nuevas publicaciones digitales en torno a la música o en las que la música ocupa un lugar preponderante. Y eso, sin contar los miles y miles de blogs más o menos especializados que dan cabida a una gran cantidad de géneros y músicos que no suelen aparecer en las radiofórmulas.

    En mi opinión este estudio y el tratamiento que El País le ha dado no representa más que una parte muy concreta de la realidad y dejan de lado iniciativas como el ciclo de conferencias en torno a Bob Dylan de la Universidad de Sevilla, por mencionar un sólo ejemplo. Y si le preguntáramos a muchos probablemente recordarían que en los ochenta en los patios de colegio españoles podía mencionarse en algún momento a Dire Straits, sí, pero seguramente también a Mecano, Michael Jackson, Alaska, Juan Luís Guerra, Hombres G o Parchís.

    miércoles, 10 de abril de 2013

    Carlos Pizarro Cuarteto - La voz del árbol

    El músico asturiano Carlos Pizarro acaba de editar el disco La voz del árbol en compañía de Javier Rubio al saxo, Horacio García al contrabajo y Félix Morales en la batería. Aunque aún no he tenido oportunidad de escucharlo al completo, el adelanto que ofrecen en Lastfm suena tremendamente bien. Hasta tu ombligo y volver es una composición elegante, a medio camino entre el jazz de la costa oeste de los años cincuenta y la chacarera argentina, y con una melodía de saxo muy pegadiza.